domingo, 27 de noviembre de 2016

La era axial

El filósofo alemán Karl Jaspers definió la Era Axial (el periodo que transcurre entre el 800 a. C. y el 200 a. C.) como la línea divisoria más profunda de la historia del hombre, durante la cual apareció la misma línea de pensamiento en tres regiones del mundo: China, India y el Occidente.


La llamada Era Axial fue un período decisivo y extraordinario en la historia de la civilización humana. Esta puede responder a nuestras actuales necesidades de una forma sencilla pero a la vez profunda, una transformación espiritual que tiene como eje central la compasión universal.


A partir de la Era Axial, las diferentes regiones de la Tierra no tuvieron ya un paralelismo semejante.

Según Jaspers, lo humano, como lo conocemos hoy, nació entonces. No pudo vislumbrar ninguna conexión para este suceso, ni tampoco ninguna señal de interconexión entre los Pueblos mediterráneos, India y China en este periodo.

Características de la Era Axial

  1. El hombre se hace consciente de sí mismo y de sus limitaciones. Su anhelo es la salvación personal.
  2. Intenta ganar esta salvación a través de la actividad reflexiva. Por primera vez en la historia, los filósofos aparecen en público. Surgen los conflictos filosóficos, nacidos del afán de convencer a los demás. Todo acaba en la discusión, la fractura y, finalmente, en el caos.
  3. De este caos nacen todas la corrientes actuales de pensamiento.
  4. Opiniones, modos de actuar y costumbres de los hombres son puestos en tela de juicio y, a la larga, cambian.
Todas estas características aparecen bajo las mismas circunstancias sociológicas: China, India y Occidente, constituido cada uno de ellos por pequeños estados, se enfrascan en luchas interminables.
Los estudiantes van de ciudad en ciudad intercambiando ideas. Estos estudiantes eran los hombres sabios de la religión y los sistemas filosóficos.

En China, Confucionismo, Taoísmo, las escuelas de Mo-tzu, Zhuangzi, Lie Zi, entre otros. 

En la India, Brahmanismo, Budismo

En Occidente, el Zoroastrismo, los profetas del Judaísmo como Elías, Isaías, Jeremías y, 

en Grecia, la sofística, la filosofía de Parménides, Heráclito, Platón, Tucídides y Arquímedes.

Todas estas corrientes surgieron de manera casi simultánea durante este periodo -con todo lo que supusieron para el futuro del hombre-, sin que ninguna tuviera contacto con las otras.


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La era axial y nosotros

Existe una espiritualidad que creo da respuesta a esas preguntas, estudiada, interpretada y sintetizada a partir de una reflexión del filósofo alemán Karl Jaspers.

En su libro “Origen y meta de la Historia” (1951) él intenta buscar un sentido a la historia universal, encontrando un punto de inflexión en el desarrollo de la civilización. Observó que entre los siglos VIII y III a. C. se desarrolló en distintas partes del mundo un movimiento que podía marcar una línea divisoria clara y universal en el desarrollo de la humanidad.

Le llamó el tiempo eje o la Era Axial, pues fue entonces cuando nacieron las grandes tradiciones religiosas que llegan hasta el día de hoy. Para Jaspers fue el momento decisivo en el progreso espiritual de la humanidad. Lo curioso era que en distintas partes y sin contactos entre sí, pueblos y seres humanos llegaron a conclusiones semejantes.

Esta idea ha sido retomada en el último tiempo por la notable historiadora de las religiones Karen Armstrong, quien, en su libro “La Gran Transformación” (Paidós 2007) explora el origen y el alcance de estas expresiones.

Lo interesante es que el fenómeno de la era axial puede responder a nuestra situación actual sintetizada en las dos preguntas efectuadas más arriba. Hoy tenemos la creencia que el escenario mundial es tan crítico que solo puede esperarse el colapso generalizado -de ahí que muchos recurran a las profecías mayas- y ante tal desolación no habría propuestas serias de solución a los problemas.

Al revisar la historia con sensatez, nos damos cuenta que los seres humanos siempre han creído vivir en un momento crítico y que otros efectivamente los han vivido. El cómo han reaccionado las sociedades a las que les ha tocado vivir dicho desafío es lo que ha marcado la diferencia. Los mismos mayas fracasaron ante sus retos, como plantea Jared Diamond en su libro “Colapso” (2005). El daño ambiental que produjeron en parte de la península de Yucatán y el rechazo a cambiar frente al colapso social terminaron derrumbándolos.

Al igual que hoy, a principios del siglo VIII a. C., cuando se inició la era axial, el malestar se estaba extendiendo por el mundo, principalmente en Asia y parte de Europa. Era una época de extrema violencia y gran agitación política, social y económica. Había guerras, deportaciones, matanzas y destrucción de ciudades. En la religión, los sacrificios sangrientos eran el símbolo que organizaba la ritualidad trascendental. La vida guerrera era una actividad santificada por las religiones. Era como si el mundo avanzara hacia el cataclismo total.

Frente a esto en diferentes regiones, como Persia, Israel, Grecia, China e India, aparecieron numerosos sabios que empezaron a buscar nuevas soluciones. A partir de ciertas personalidades críticas al sistema, se gestó un extraordinario florecimiento de espiritualidades tan unidas en sus horizontes como desconectadas entre sí.

Con intervalos de tiempo pero casi contemporáneos, surgió en China la época en que Lao-Tsé enseñó su enfoque basado en la naturaleza, y el Tao y Confucio hablaba del buen gobierno. En Grecia, Sócrates rechazaba las especulaciones y creaba la Mayéutica, para hacer surgir dentro de los seres humanos una verdad más profunda. En Israel, Jeremías llamaba a liberar a los esclavos como muestra de la verdadera alianza con su dios. En India, el príncipe Sidharta Gautama abandonaba su palacio y llegaba a las Cuatro Nobles Verdades convirtiéndose en un Buda, y Mahavira rechazaba el sistema de castas, la autoridad de los textos vedas y los sacrificios rituales poniendo como centro de su doctrina la no violencia; nacía el jainismo. Estos son solo algunos representantes de este vasto periodo.


El espíritu de la era axial

Tal fenómeno no puede dejar de sorprender: regiones tan distantes y desconectadas entre sí llegaban a las mismas conclusiones por caminos distintos. En palabras de Armstrong, lo que importaba a las espiritualidades axiales no era lo que uno creía, sino cómo se comportaba. Es decir, si la gente se comportaba con amabilidad y generosidad con sus compañeros, podían salvar el mundo. La autora recalca que el hecho de que todas estas espiritualidades dieran soluciones tan profundamente similares por caminos tan distintos sugiere que en realidad habrían descubierto algo importante sobre la forma de funcionar de los seres humanos.

Todos los movimientos axiales compartían algunos elementos fundamentales y sugerían ciertos consejos, que pueden ser sintetizados en dos, como principios rectores a la acción humana:

Primero, debe existir la autocrítica. La piedad exige que la gente acepte la responsabilidad de sus propias acciones; la reforma debe empezar por casa. Aunque las espiritualidades axiales también tenían sus defectos, como su indiferencia hacia las mujeres (cosa habitual en aquella época), la simpatía no puede limitarse a los de nuestro propio grupo. La empatía, según Armstrong, la Regla de Oro “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti” es la expresión misma de la bondad.

Estos programas no están diseñados para ofrecer estridentes explicaciones del mundo, sino destinados a erradicar el egoísmo. Ir más allá de los límites de sí mismo produce una satisfacción más honda que la simple complacencia propia. De ahí que muchas de estas visiones, salvo la teología de Israel, tengan como ideal la a-himsa, la no violencia. La paz interior llega en el sentir que Todo es Uno (ver recuadro con palabras de Lao Tsé).

El segundo consejo es seguir el ejemplo de los sabios axiales y llevar a cabo actos prácticos y efectivos, pues si la persona se concentra en trascender y se vuelve dogmática, puede desarrollar una tendencia inquisitorial que, según la terminología budista, sería “poco hábil”. Ningún pensador axial puso énfasis en la excesiva reflexión metafísica, algunos incluso contemplaban este tipo de especulaciones como algo torpe. La acción ética venía primero -acción compasiva, no ortodoxia-, en una vida sencilla.
La con-pasión hoy

¡Que todos los seres sean felices!

Débiles o fuertes, de condición alta, media o baja,

Pequeños o grandes, visibles o invisibles, cercanos o lejanos,

Vivos o todavía por nacer… ¡que todos sean perfectamente felices!

Que nadie mienta a nadie ni desprecie a ningún ser en ninguna parte.

¡Que nadie desee daño a ninguna criatura, por ira o por odio!

¡Amemos a todas las criaturas como una madre a su único hijo!

¡Que nuestros pensamientos afectuosos llenen el mundo entero, por encima, por debajo, a través…

Sin límites; una buena voluntad sin límites hacia el mundo entero, sin restricciones, libre de odio y enemistad.

Del Sutta- Nipata, poesía budista.


En 2008, Armstrong ganó el Premio TED y pidió que se le ayudara a articular la “Carta por la Compasión”, un documento en torno al cual las religiones pueden trabajar juntas por la paz. Hoy la Carta recoge muchos de los elementos de la era axial y está disponible en: http://es.charterforcompassion.org/site/

Armstrong cree, finalmente, que los dramas, las catástrofes y la desesperación del mundo en que vivieron los sabios axiales fueron enfrentados de manera creativa. Ciertamente, con el tiempo, la espiritualidad axial se transformó, pero la enseñanza final que nos dejó es que siempre hay solución a los desafíos históricos, y que la revolución verdadera debe partir por un cambio práctico de respeto hacia los otros.

Soy un convencido, aunque parece obvio, que no será posible un cambio sustancial en el mundo y hacia una mejor calidad de vida si no cambiamos nosotros mismos. El comunismo, el capitalismo, el Islam, el cristianismo, el anarquismo, cualquier doctrina económica, política o religiosa no encuentra su verdadera realización si los sujetos no comprenden que lo que está en juego finalmente es vivir con un respeto profundo por la vida, es decir por todos los seres. Da lo mismo cualquier sistema, si no hay un principio fundamental al interior de cada uno de nosotros que lleve nuestra voluntad, sin tensión, en comunión con el todo. La palabra compasión viene de cumpassio, con-pasión, tal como el vocablo griego sympathia literalmente es “sufrir juntos”, sentir, ser-juntos. Para alcanzar la paz interior y exterior no son necesarias grandes explicaciones metafísicas ni vestir, comer u orar de determinada forma; no se requiere consumir libros y terapias de autoayuda sin más; no importa matricularse con alguna tendencia teórica; no es necesario que la solución venga desde fuera. Actuar, más que pensar o decir. La realización solo será completa cuando nuestra voluntad esté en comunión con la voluntad de la Vida. Cuando realmente respetemos a los otros. Nuestro ser estará completo cuando, independiente de las diferencias de los demás, comprendamos que somos Uno en el Espíritu de la Vida. Todos los días pueden ser el último… y el primero

lunes, 5 de septiembre de 2016

ABERLEMNO scuptured stones - SCOTLAND - turismo visitas

Aberlemno Sculptured Stones

From Wikipedia, the free encyclopedia
Aberlemno II: Kirkyard Stone, Class II Pictish Stone
The Aberlemno Sculptured Stones are a series of five Class I and II Early Medieval standing stones found in and around the village of Aberlemno, Angus, Scotland.

Contents

Location

Aberlemno 1, 3 and 5 are located in recesses in the dry stone wall at the side of the road in Aberlemno (grid reference NO522559). Aberlemno 2 is found in the Kirkyard, 300 yards south of the roadside stones.(grid reference NO5223955554) In recent years, bids have been made to move the stones to an indoor location to protect them from weathering, but this has met with local resistance and the stones are currently covered in the winter.[1]
Aberlemno 4, the Flemington Farm Stone was found 30 yards from the church (grid reference NO524556),[2][3] and is now on display in the McManus Galleries, Dundee.

Description

Aberlemno 1

Aberlemno 1
Aberlemno 1 is the central roadside stone. It is an unshaped standing stone, bearing incised Pictish symbols, defining it under J Romilly Allen and Joseph Anderson's classification system as a Class I stone.[4] The symbols on one face: the serpent, the double disc and Z-rod and the mirror and comb. The meaning of these symbols is unknown. They are deeply incised in a bold, confident line, and this stone is considered to be one of the finest and best-preserved Pictish symbol stones still standing in or near its original position. The other face of the stone exhibits prehistoric cup marks, showing that it has been re-used. This stone is known as Aberlemno I or the Serpent Stone.[5]

Aberlemno 2

Aberlemno II, found in Aberlemno kirkyard, is a shaped cross-slab, bearing Pictish symbols as well as Christian symbols in relief, defining it as a Class II stone.[6] The stone, carved from Old Red Sandstone, stands 2.3 metres (7.5 ft) tall, 1.3 metres (4.3 ft) wide at the base, tapering to 0.9 metres (3.0 ft) wide at the top, and is 0.2 metres (7.9 in) thick.[7]
The west face is inscribed with a quadrilobate Celtic Cross. The cross bears several styles of Celtic pattern designs. The vertical arms are inscribed with three separate knotwork designs, the horizontal arms with keywork designs.[8] The central roundel has a spiral design composed of three interconnecting triskeles. Bordering the cross are a number of Celtic zoomorphic designs, reminiscent of Northumbrian designs and designs from the Book of Kells.[9] A hole has been bored through the upper part of the stone some time after its sculpting.
The rear face features two Pictish symbols, a notched rectangle with z-rod and a triple disc. Below this are nine figures which have been interpreted as a narrative account of a battle.
Until recently, it was thought to date to the mid-8th century,[10] but subsequent analysis has suggested a mid-9th century date.[9][11][12]

Aberlemno 3

Aberlemno 3
The western road-side stone is another Class II stone. It has an elaborately decorated ringed cross flanked by adoring angels on one side, and a hunting scene on the reverse, below two large Pictish symbols. This stone is known as Aberlemno 3.[5] This stone has until recently been thought to date from the late eighth century. More recent comparative analyses have suggested that it may be of a later, mid-ninth-century origin.[9]
Aberlemno 3 has different proportions to the Kirkyard Cross-slab, being relatively tall and thin, with parallel sides which have incised decoration (those of the other cross-slab are plain). The monument's height and decoration on four faces both suggest it is later in date than Aberlemno 2. Its nearest artistic analogies appear to be sculptures from Easter Ross in northern Scotland, notable the Hilton of Cadboll stone (now in the Museum of Scotland), which has a closely similar hunting scene.

Aberlemno 4

This stone, found in 1961 is approximately 1.5 metres tall, 0.5 m wide and 0.3 m thick. It has incised symbols on an unworked stone, defining it under J Romilly Allen and Joseph Anderson's classification system as a Class I stone.[4] There are two symbols, a horseshoe and a Pictish Beast. The anterior portion of the beast symbol (facing right) has suffered some damage due to ploughing, but is still easily visible.

Aberlemno 5

The eastern Class I stone is highly eroded and the incised symbols are extremely difficult to make out. This stone is thought to be unfinished or a later fake. This stone is known as Aberlemno 5.[5]

The battle scene on Aberlemno 2

Pictish Stone at Aberlemno Church Yard — battle scene detail
On the rear of Aberlemno 2 is a scene showing human figures bearing weapons, apparently engaged in battle. The figures appear in three rows. The top row has an unhelmeted figure on horseback riding behind a helmeted rider, possibly in pursuit. The helmeted rider is armed with a spear and appears to have dropped his sword and shield. The middle row has a helmeted rider armed with a spear and shield facing three unhelmeted infantry soldiers armed with spears, swords and shields. The bottom row shows a mounted and unhelmeted figure and mounted helmeted figure facing each other, both armed with spears. Behind the helmeted rider lies a helmeted casualty, with a bird to his right.
The battle scene has been interpreted in numerous ways. The earliest record of the stone by Hector Boece, from the 16th century, links the scene with the Battle of Barry (now known to be historically inauthentic):
82. Parem cladem nobilissimus Danorum manipulus est sortitus ad Aberlemnonem vicum vix a Bretheno, nunc civitate episcopali sede honestata, quatuor passuum millibus, qui a Scotis interceptus ibidem ferro occubuit. Quo loco ingens lapis est erectus. Huic animantium effigies nonnullis cum characteribus artificiose, ut tum fiebat, quae rem gestam posteritati annunciarent, sunt insculptae.

82. A noble company of Danes suffered a similar slaughter near the village of Aberlemno, a village four miles distant from Brechin (nowadays a city possessing the honour of an episcopal see), which was intercepted by the Scots and put to the sword. Here a great stone was erected, carved with lifelike figures and an artfully-engraved inscription (according to the lights of those days) to record this achievement for posterity.[13]
This interpretation persisted well into the mid-19th century,[14][15][16] some time after antiquarian George Chalmers identified Dunnichen as a possible site of the Battle of Dun Nechtain.[17][18]
While it was noted in 1955 by Robert Stevenson, keeper of the Museum of Antiquities of Scotland that the helmets depicted on the stone were of a general sub-Roman design and the helmeted figures were likely to be Picts,[19] the superficial similarity of the helmets with their long nasal, with the Anglo-Saxon Coppergate Helmet found at York in 1982 has led to the notion that the helmeted figures are Northumbrians. This, coupled with the stone's proximity to Dunnichen (3 miles (5 km) to the south) led to the interpretation made by historian Graeme Cruickshank that the scene was a depiction of the Battle of Dun Nechtain.[20][21]
Cruickshank's interpretation, published in 1985, 1300 years after the Battle of Dun Nechtain, received general acceptance, although he has been criticised for his suggestions that the stone was created soon after the battle in 685, when the conventional view at the time was that it was sculpted a century later.[22]
The subsequent identification of Dunachton in Badenoch as a second candidate for the site of the battle,[18] and the revised dating of the stone to the mid 9th century[9][11][12] has weakened Cruickshank's argument somewhat, and alternative interpretations have been made, including that the scene depicts a battle between Picts and Vikings,[9] or that it is a memorial to 8th century Pictish king Óengus I,[10] or even that it represents a spiritual struggle.[9]

Gallery

domingo, 4 de septiembre de 2016

LINDISFARNE

El arte celta, que floreció entre los siglos VII y XIX en los monasterios de diferentes zonas de las islas Británicas, se basaba sobre todo en intrincados dibujos caligráficos. Se realizaron manuscritos miniados muy decorados, como los Evangelios de Lindisfarne (c. 698-721), con elaborados motivos lineales, planos, en los que se combinan elementos celtas y germánicos.







Aidano de Lindisfarne, Santo

Aidano de Lindisfarne, Santo
Aidano de Lindisfarne, Santo

Obispo

Martirologio Romano: En Lindisfarne, de Northumberland, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y recto gobierno, que, llamado del monasterio de Iona por el rey Osvaldo, estableció allí su sede episcopal y un monasterio, para dedicarse con eficacia a la evangelización de aquel reino (651).

Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el Obispo de Roma, el Papa.
Todo lo que se conoce de la figura de Aidano, monje, abad y obispo de Lindisfarne, muerto el año 651, está asociado a su obra como misionero en el reino de Northumbria, y puede hallarse tan sólo en las páginas que Beda le dedica es su Historia.

Oswald, reconquistará el trono de Northumbira en el año 633, luego de vivir su destierro como huésped del monasterio de Iona, donde además de ser bautizado, aprendió la lengua de los celtas y recibió una instrucción básica. Una vez en el trono decide evangelizar su reino, para lo que pide ayuda al monasterio en que conoció a Cristo, y tras el fracaso del primer misionero, Corman, es elegido Aidano.

En el año 635 es consagrado obispo, y con una pequeña comunidad de monjes se asienta en Lindisfarne, una isla del Mar del Norte a poca distancia de la costa, frente a la cual está la fortaleza de Bamburgh, residencia del rey.

La colaboración entre rey y el abad-obispo es maravillosa. El rey entrega en donación tierras y ayudas para fundar monasterios, oratorios y lugares de culto, y además acompaña a su obispo en los viajes por las distintas partes del país, y a menudo el rey se presta a hacer de traductor de la predicación de Aidano.

Beda, nos dice que Aidano «estaba particularmente dotado de la gracia de la discreción, que es la madre de las virtudes». Junto a esta gracia brillan en Aidano la mansedumbre, el sentido del deber, el celo incansable, la generosidad con los pobres y el gusto por la oración contemplativa hecha en la soledad, según la más canónica tradición del monaquismo céltico. Para practicarla solía retirarse a los inaccesibles acantilados de la islita de Inner Farne, más lejos de tierra firme. Es interesante observar que, además de la amabilidad y mansedumbre Aidano sabe encontrar la fuerza de hablar abiertamente y sin temor ante los ricos y poderosos que no cumplen con su deber. Logra alternar el ayuno y la participación, si se le invita, a los banquetes en el palacio del rey. No usa el dinero para comprar la protección de los poderosos; pero si lo tiene o lo recibe, lo emplea para los pobres, sobre todo para el rescate de los esclavos, que a menudo después, acogidos en sus monasterios, se convierten en discípulos suyos: algunos, educados e instruidos por él, llegan incluso al sacerdocio.

Beda, señala que el obispo solía moverse a pie, quizá por humildad, cabe deducir, que esto le daba la oportunidad de detenerse a hablar con las personas que se encontraba, si eran paganos, los exhortaba a la conversión, si se trataba de creyentes, le gustaba leer con ellos un pasaje de la Escritura al objeto de reforzar su fe.

En concordancia con todo un estilo de vida, Aidano exhala su último aliento es una especie de tienda apoyada a la pared lateral de una iglesia, no lejos de la fortaleza real de Bamburgh. Es el 31 de agosto del 651.
San Aidano de Lindisfarne, abad y obispo
fecha: 31 de agosto
†: 651 - país: Reino Unido (UK)
canonización: pre-congregación
hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
En Lindisfarne, en el territorio de Northumbria, san Aidano, obispo y abad, varón de suma mansedumbre, piedad y rectitud de gobierno, que desde el monasterio de Iona fue llamado por el rey Osvaldo a esta sede episcopal, donde fundó un monasterio, para atender eficazmente a la evangelización de aquel reino.

Cuando san Oswaldo ciñó la corona de Nortumbría el año 634, pidió a los monjes de Iona que enviasen a un obispo a predicar el Evangelio a sus súbditos. El primer misionero resultó un hombre rudo y austero, incapaz de hacer el bien a los paganos. Tuvo, pues, que regresar a su monasterio, donde echó la culpa de su fracaso a la rudeza e indocilidad de los ingleses. Los monjes reunieron un sínodo para deliberar acerca de lo que se debía hacer, San Aidano, que asistió al sínodo, dijo claramente al misionero que el culpable de su fracaso era él y no los ingleses, ya que se había mostrado duro y severo con los ignorantes, cuando hubiese debido alimentarles con la leche de una doctrina menos rigurosa hasta que fuesen capaces de digerir alimentos más sólidos. Los ojos de toda la asamblea se fijaron entonces en el orador, cuyas palabras estaban tan llenas de prudencia y le eligieron para la ardua misión.

Aidano era originario de Irlanda. Según se dice, había sido discípulo de san Senán en la isla de Scattery. Eso es todo lo que sabemos acerca de él, hasta que ingresó en el monasterio de Iona. El rey Oswaldo le acogió amablemente y le designó la isla de Lindisfarne como sede episcopal. San Beda habla con entusiasmo sobre la humildad y piedad de san Aidano. Quienes viajaban con él estaban obligados a emplear los ratos de descanso en la lectura de la Biblia y en aprender de memoria los Salmos. San Aidano viajaba siempre a pie. Su actitud mostraba claramente que no buscaba ni quería los bienes de este mundo, ya que distribuía entre los pobres cuantos regalos le hacían el rey y los nobles. Rara vez iba a comer con el monarca y, cuando lo hacía, iba acompañado de dos de sus clérigos y retornaba al trabajo lo más pronto posible. Beda menciona la libertad apostólica con que echaba en cara sus vicios a los grandes de este mundo y habla de la paz, caridad, continencia y demás virtudes que supo comunicar a los habitantes de aquella nación bárbara. «Era un obispo que amaba apasionadamente la bondad y que se distinguió por su mansedumbre y moderación. Estaba lleno de celo por la causa de Dios, aunque su ciencia no se hallaba a la altura de su celo...» (estas últimas palabras aluden al hecho de que san Aidano seguía la costumbre celta en lo referente a la fecha de la Pascua, etc.). Se necesitaba allí, precisamente, un hombre como san Aidano, pues Penda y Cadwallon habían destruido en gran parte la obra de san Paulino.

Los milagros del santo, de los que Beda relata tres, confirmaban su predicación. Y el mismo Beda, refiriéndose a la situación religiosa de la región treinta años después, da testimonio de la eficacia del apostolado de san Aidano: «Los monjes y clérigos eran acogidos con gran gozo en todas partes, como siervos de Dios. Quienes se topaban con ellos en los caminos, corrían a su encuentro y se inclinaban ante ellos, muy contentos de recibir su bendición y de encomendarse a sus oraciones. El pueblo prestaba gran atención a las exhortaciones de los sacerdotes y acudía con entusiasmo, los domingos, a oír la palabra de Dios en las iglesias y monasterios. Cuando un sacerdote llegaba a una población, los habitantes se reunían para escuchar la palabra de vida. Los clérigos sólo iban a los pueblos para predicar, visitar a los enfermos y atender a las almas. Y estaban tan libres de toda codicia, que jamás recibían tierras o posesiones para construir monasterios, sino por mandato de las autoridades seculares».

El centro de la actividad de san Aidano era la isla de Lindisfarne (actualmente Isla Santa), frente a la costa de Nortumbría, entre Berwick y Bamburgh. Ahí tenía su sede episcopal y fundó un monasterio al que impuso la regla de san Columkill. No sin razón, se ha llamado a la isla la Iona inglesa, pues de ahí partió el movimiento que venció al paganismo en Nortumbría y fue disipando, poco a poco, las costumbres bárbaras. Dom Gougaud cita a Lightfoot, quien dice que «el verdadero apóstol de Inglaterra no fue san Agustín sino san Aidano». Tal afirmación es verdadera por lo que se refiere al norte de Irlanda. San Aidano fue obispo durante diecisiete años. El más famoso de los dieciséis obispos que le sucedieron, fue san Cutberto; pero no fue éste ciertamente el único santo de la isla. San Aidano educó en su monasterio a doce jóvenes ingleses. Fue también infatigable su solicitud por los niños y los esclavos, y, con frecuencia, empleaba las limosnas que recibía en el rescate de estos últimos. El gran monarca san Oswaldo prestaba todo el apoyo posible al santo obispo. Lo mismo hizo su sucesor Oswino, quien fue asesinado en Gilling en 651. San Aidano murió once días después, en el castillo de Bamburgh, que solía emplear como centro misional. Falleció apoyado contra el muro de la iglesia. Fue sepultado en el cementerio de Lindisfarne. Cuando se construyó la iglesia de San Pedro, sus restos fueron trasladados al santuario. Sin duda que las reliquias del santo fueron trasladadas nuevamente cuando se evacuó la isla, en la época de las invasiones de los daneses.

Prácticamente todo lo que sabemos sobre san Aidano se reduce a lo que cuenta Beda en su Historia Eclesiástica. Las anotaciones de Plummer son importantes. Por lo que se refiere a los puntos relacionados con la arqueología, se hallarán muchos datos en la obra de Sir Henry Howorth, The Golden Days of the Early English Church, vol. I.
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI





Lindisfarne the Beautiful.


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It’s hard to put the beauty of Lindisfarne into words. So here’s some pictures instead.
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