«LA ESPIRITUALIDAD COMO POSIBILIDAD DE ESTAR A LA ALTURA DE SÍ MISMO, DEL MUNDO Y DE ‘DIOS’»
Citaciones tomadas de Salmann E.,
«Sciencia e spiritualità. Affinità elettive», EDB, Bologna 2009.
Traducción del Italiano por Leandro Posadas
El monje benedictino y brillante teólogo alemán, Elmar Salmann, nos presenta en una breve obra: «Sciencia e spiritualità. Affinità elettive»,
Bologna 2009, algunos esbozos sugestivos acerca del espíritu del ser
humano cuando logra entrar en relación consigo mismo, con el mundo, y
con ‘Dios’, por medio de la practica espiritual e intelectual.
Según E. Salmann, nuestro tiempo está gobernado por un insólito «pathos»
por el infinito: «queremos todo, y ese todo en modo infinito». Deseamos
ser totalmente comprendidos, aceptados, valorados, y a la vez ser
plenamente libres. Hemos dejado de lado la sabiduría y humildad de
reconocer nuestros propios límites. Paradójicamente, la mayoría de las
personas, afirma Salmann, no se aceptan a sí mismas, justamente porque
no sé conocen en lo absoluto. Podríamos afirmar que el gran problema del
ser humano de hoy es el total desconocimiento de sí mismo, el cual
tiene como consecuencia la falta de madurez y de adultez; la incapacidad
de «estar en nosotros mismos», dignamente, ante el mundo que nos rodea.
Para nuestro autor, la civilización occidental actual es una sociedad
«infantilizada», fluctuante y vacilante, que no sabe decidir qué debe
ser y hacer, y que como consecuencia «no testimonia la ‘vivivilidad’ y
amabilidad de la vida».
La invitación del profesor
Salmann, ante tal paisaje actual no es pesimista, por el contrario es
una visión realista, pero a la vez esperanzadora sobre el ser humano.
Pues al reconocer nuestros límites, nuestro poder ser y estar en el
mundo, y especialmente nuestra impenetrable profundidad, podremos
percatarnos -conscientemente- de nuestras posibilidades y capacidades,
de modo ecuánime y acertado.
El Maestro budista No Ajahn Chah,
en alguna de sus reflexiones afirmó: «Todo discurso que ignora la
incertidumbre no es el discurso de un sabio», y nuestro autor en su
pequeña obra «Sciencia e spiritualità. Affinità elettive», declara: «el
ser humano no será jamás señor total de sí mismo, no se alcanzará jamás a
sí mismo del todo», justamente, por el hecho de ser «impenetrable
profundidad». El ser humano permanece «herida abierta» y al mismo
tiempo, «cáliz abierto que se ofrece a un futuro que no está en sus
manos poseer».
Para E. Salmann, los seres humanos jamás alcanzaremos la
comprensión de nosotros mismos. Dicha no comprensión es,
paradójicamente, «una gracia grande, aunque difícil y fatigosa». Y
añade, que aunque llegásemos a comprender todo «sabríamos muy poco
acerca de qué cosa deberíamos hacer y realizar con tal conocimiento».
Por lo cual, «cada uno debe
infinitamente ejercitarse para estar en proporción con su propia
profundidad y con su propia ‘altura’». ¿Cómo se realiza esa ejercitación
según nuestro autor?
En páginas anteriores de su citado libro, él hace
referencia a la filósofa francesa Simone Weil (1909-1943), quien en su
obra «L’ombra e la grazia» expresa la exigencia de que «en las ciencias
teológicas -y del «espíritu»-, no pueden existir imprecisiones o vagas
aproximaciones, pues «el misterio» exige una precisión mucho mayor que
la requerida por las matemáticas». La espiritualidad, para Simone Weil,
es «escuela de atención, cuya ascesis se forja y se realiza en la
‘oración’».
Para el Padre Salmann,
espiritualidad significa «Ser en el espíritu: fuerza y sentido exquisito
del hacerse concreto de una vida, como también fuerza y sentido
exquisito de saber tomar distancia; del poder ver con sentido crítico y
discernimiento; fuerza del orden y del carisma libre, de la tradición y
de la profecía; fuerza de la comunicación, del intercambio y de la
soledad». «Espíritu» significa también el coraje para estar a la altura
de la propia profundidad, de las propias intuiciones, de la propia
‘apuesta de vida’: de la propia vocación».
¡Dichosos los que puedan
tener junto todo lo anterior! pues estarán soberanamente preparados para
iniciar «alguna cosa» consigo mismos y con el mundo, ya que se han
desprendido, y han conquistado y encontrado su libertad. Podemos, afirma
E., Salmann, y estamos autorizados y debemos corresponder en modo
creativo con el mundo y con el «Otro/otro».
Hemos iniciado este breve
artículo afirmando, junto al Padre Salmann, que el ser humano de nuestro
tiempo está hambriento de «infinito». Nuestro autor nos ha delineado en
modo espontáneo algunos matices que pueden ser de ayuda para ver con
perspectivas amplias nuestro ser y estar en el mundo, y los aspectos,
situaciones, personas, lugares, decisiones, intuiciones, que nos hacen
seres «espirituales» inacabadamente en búsqueda.
Para el profesor Salmann la vida
debe ser puesta, digna y modestamente «coram Deo», delante de una
instancia que trasciende nuestros límites, una instancia «como lugar de
articulación donde se puedan conservar las proporciones y las medidas de
aquello que es eternamente infinito, con aquello que es
contingentemente temporal».
Instancia donde se contenga nuestro «yo
occidental», atiborrado hoy en día de derechos, y al mismo tiempo
contenga también la realidad que nos sobrepasa y nos afecta, pues
queremos que ésta sea exclusivamente como deseamos que sea: fácil,
segura, cómoda, sin dolor y sin sufrimiento.
Instancia en la cual la
verdad de la alabanza y de la pena se contengan; instancia en la cual el
‘hambre de infinito’ y la ‘realidad enjauladora’ sean posibilidad de un
umbral abierto y amplio para una vida que es demasiado pequeña y corta,
y al mismo tiempo demasiado grande y larga. La infinita y sempiterna
sabiduría del cosmos nos ha donado dicha instancia. Para algunas
culturas, pueblos y tradiciones es un ‘Dios personal’, para otros es una
consciencia clara de que somos posibilidad de ‘divinización’ y
liberación en y desde nosotros mismos. Oriente y Occidente se saludan en
dicha instancia justamente cuando callan y permiten que el silencio nos
transforme y nos purifique de tantos anhelos e ilusiones.
Fui
alumno por varios años del teólogo y monje benedictino alemán, Elmar
Salmann, quien fue uno de los que me inspiraron, por medio de sus clases
y conversaciones, a crear este espacio dedicado a la mística occidental
y oriental. Recuerdo con profundo respeto y admiración al P. Salmann,
quien, desde su brillante y audaz visión de la vida, de la teología, de
la filosofía, del pensamiento occidental, y de los más variados temas,
me incitó a no quedarme solamente con lo que los textos oficiales de la
religión cristiana me ofrecían.
Desde
hace algunos años he descubierto y experimentado que sólo un camino
profundamente espiritual regido por el silencio, la compasión, la
austeridad, y metódicas prácticas ascéticas e intelectuales, puede
llevarme a un real encuentro con “Aquél” que muchos, tanto en Oriente
como en Occidente, llaman “Dios”. En dicha “Presencia” está la
posibilidad de ir más allá de los deseos ilegítimos (disfrazados como
legítimos) con que la vida nos ha engañado, o como decía Shankara, el
fundador del Avadaita-Vedanta, “la vida nos ha hechizado”; y descubrir
que podemos llegar a la “emancipación” sólo liberándonos de todo aquello
que creemos nos hace “personas”.
Al respecto, Elmar Salmann en su libro Passi e passaggi nel Cristianesimo. Piccola mistagogia verso il mondo della fede,
nos ilustra acerca del mundo de hoy, y nos dice que nuestra época es
una época de la privación de Dios: Dios no se verifica más en su actuar,
en su entrar en acción como ocurre en la Biblia, de modo que no se le
puede discernir de aquello que es mundano. Él se ha hecho anónimo, y
teólogos como Balthasar y Rahner están de acuerdo con dicha afirmación.
Tal situación constituye para los creyentes católicos, cristianos una
gran dificultad.
Nuestro
mundo es un mundo sin estructura, afirma el autor en su libro, es decir
no jerárquico, un mundo no caracterizado por diferencias esenciales, se
vive, por decirlo así en la noche del agnosticismo, y lo más importante
es que debemos acoger, aprehender, integrar dicha situación en modo
completamente realístico: estamos todos huérfanos de Dios. Muchas veces
la Iglesia católica en sus documentos oficiales parece no percibir la
relación entre la gente y su fe, y piensa de modo anacrónico sobre el
mundo y las relaciones entre los hombres:
Dios no se manifiesta más como
el omnipotente, padre eterno, no más como perspectiva central, no es
más una réplica de Zeus, de un dios “pagano”, sino un Dios hecho palabra
que lleva en su esencia trinitaria, según el autor, un amor maternal,
paternal, filial: hoy en la Iglesia católica no han surgido desde este
Dios revelado en la cruz, pobre, débil, mendicante, trinitario,
caleidoscópico, paradójico, formas de representación eclesial: otra
imagen de Dios en la institución es necesaria; la jerarquía
eclesiástica, como ocurre en latinoamérica, está, la mayoría de las
veces apoltronada, los superiores de nuestras comunidades viven ajenos a
nuestra realidad social concreta: ¡Otra imagen de Dios es necesaria!
2 comentarios:
No sé de quién es este blog, pero hay dos artículos de mi propiedad intelectual que no han sido citados honradamente. Por favor, estos son temas profundos y bien planteados. Soy Leandro Posadas, agradecería que mis artículos sean citados debidamente o no publicados en este espacio. Gracias!
Excelente articulo
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