Nuestra experiencia existe fuera del sistema newtoniano. Muchas veces se nos ha presentado el caso de encontrarnos con alguien después de varios años de separación y sentir lo mismo que si le hubiéramos visto ayer.
En la terapia regresional, muchas personas han experimentado sucesos de su infancia como si se estuvieran produciendo en el presente.
También descubrimos que nuestra memoria ha ordenado los acontecimientos en una secuencia distinta a la de alguna otra persona que también los haya vivido. (Pruebe a comparar sus recuerdos infantiles con los de sus hermanos.)
La cultura nativa americana, que carecía de relojes para crear un tiempo lineal, dividía éste en dos aspectos: el ahora y todos los demás momentos.
Los aborígenes australianos también tienen dos clases de tiempo: el tiempo que está pasando y el Gran Tiempo: Lo que ocurre en el Gran Tiempo tiene secuencias, pero no se puede fechar.
Lawrence Le Shan, a través de sus experiencias con clarividentes, ha definido dos tiempos: el tiempo normal y el tiempo del clarividente. Así se denomina la calidad de tiempo experimentado por los videntes cuando emplean sus dones.
Es similar al Gran Tiempo.
Lo que sucede tiene una secuencia, pero sólo se puede ver desde la posición de ser o experimentar dicho flujo secuencial.
Tan pronto como el clarividente trata de interferir de forma activa en la secuencia de acontecimientos de la que es testigo se ve arrojado inmediatamente de vuelta al tiempo lineal, y ya no vuelve a presenciar sucesos que se salgan del marco del aquí y ahora. A continuación debe centrar de nuevo su atención en el Tiempo del Clarividente.
No se entienden muy bien las reglas que regulan ese movimiento de un marco de tiempo a otro. En su mayoría, los clarividentes son inducidos a «leer» un marco de tiempo determinado de la vida actual o pasada de una persona de acuerdo con las necesidades de ésta. Algunos clarividentes pueden centrarse en cualquier marco de tiempo que se les solicite.
martes, 19 de abril de 2011
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