martes, 2 de julio de 2013

libros secretos de BARCARROTA

Los libros de Barcarrota

Las diversas hipótesis que de inmediato suscita la pequeña biblioteca fortuitamente hallada en las tapias de un doblado de Barcarrota (Badajoz-España), nos parece importante llamar la atención sobre algunos rasgos, de lo que parece su “perfil ideológico”.

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El primero y más evidente de estos rasgos (que unifica a todo el conjunto bibliográfico, dentro de su acusada heterogeneidad temática) es el de la heterodoxia doctrinal. La presencia del elemento hebraico y del humanismo erasmista, junto a tratados de quiromancia y a un manuscrito de contenido obsceno, explican sobradamente los motivos que indujeron a tan eficaz ocultamiento. 

El hecho de que casi toda esa temática se halle incluida en el catálogo de libros prohibidos mandado publicar en agosto de 1559 por el inquisidor general Valdés, nos permite suponer que esa “biblioteca” fue apresuradamente abandonada por parte de alguien que no pudo o no quiso recuperarla: quizá un lector ávido de todo género de lecturas heterodoxas que vio abruptamente concluida su existencia, o tal vez un colector de libros prohibidos de procedencia diversa, que creyó poder sustraerlos a las pesquisas que periódicamente giraban los tribunales de la Inquisición y al final terminó llevándose su secreto a la tumba.

Los libros de Barcarrota

Dos lenguas

En primer caso nos encontraríamos ante un sujeto dotado de un don de lenguas considerable (hay textos en italiano, portugués, latín, hebreo, francés, etc.), bien conectado con el exterior y con un amplio espectro de intereses culturales. El segundo supuesto indicaría la existencia de un tráfico abundante de literatura prohibida, posiblemente con Évora, en el vecino reino de Portugal. 

En cualquier caso, es difícil de imaginar a un lector de semejantes libros aislado en la villa de Barcarrota, sin ninguna clase de comercio intelectual con otros sujetos afines. Todas estas desviaciones doctrinales nos hacen pensar en una minoría desafecta –cuando no hostil- a todos los valores y creencias dominantes, dotada de un grado notable de cultura y de posibilidades económicas, capaz de tejer una red de contactos familiares o comerciales con otros países. Esa minoría muy bien podría ser en este caso la de los judeoconversos. 

La hipótesis de la existencia de algún tipo de conexión entre la Biblioteca de Barcarrota y esta clase o grupo de afinidad espiritual, no resulta descabellada si tomamos en consideración algunas circunstancias. 

En primer lugar, la presencia dentro del conjunto de un librito dirigido contra los conversos, que se conoce con el nombre de Libro del Alboraique. Este título alude a la cabalgadura de Mahoma (Al-Burak), animal de naturaleza indecisa, hermafrodita y diabólico, símbolo de todos los atributos infamantes que los cristianos viejos adjudicaban a los conversos (ni judíos, ni cristianos) de ahí que en Llerena se les motejase con el sobrenombre oprobioso de alboraicos. 

El investigador judío Loeb cree que fue compuesto por un cristiano; en tanto que el Padre Fita aventura la hipótesis de que fuese escrito por un judaizante. Desde luego, si la diatriba del Libro del Alboraique se dirigía contra los conversos sinceros, y no contra los forzados que seguían íntimamente fieles a la ley mosaica, se explicaría mejor la ocultación del impreso por mano de uno de estos últimos, habitante más o menos circunstancial de la villa de Barcarrota. 

Los libros de Barcarrota

El segundo hecho destacable es la aparición en el interior de uno de los libros de un misterioso círculo recortado en el papel en el que, además de una estrella de David, figura la palabra “tetregrámaton” (forma críptica de designar el nombre de Dios en hebreo) y sendos textos en espiral (anverso y reverso). Uno de ellos contiene la supuesta contestación de Jesús al rey Abgar recogida por Eusebio de Cesarea en su Historia Eclesiástica: 

“Más cerca de lo que me escribes de llagarme hasta ti, es necesario que yo cumpla aquí por entero mi misión y que después de haberla consumado, suba de nuevo al que me envió. Cuando haya subido, te mandaré alguno de mis discípulos, que sanará tu dolencia y os dará vida a ti y a los tuyos”. 

Se trata de un texto no canónico, que usado de forma simbólica puede relacionarse con las confusas aspiraciones de “sanación” o redención que sentían los judíos forzados a convertirse al cristianismo por decreto de 1492. 

Más revelador aún es el nombre inscrito en el anillo exterior, Fernao Brandao, que no es otro que el de un poeta humanista portugués de estirpe judaica. La proximidad de Évora, lugar de residencia de Brandao, los vínculos de solidaridad familiar y las estrechas relaciones entre los judíos de ambos lados de la raya, pueden ser las circunstancias aclaratorias de la procedencia de estos libros. 
Creemos, además, que sobre el cañamazo del elemento hebraico podrían tejerse todos los hilos de las variadas tramas de heterodoxia que confluyen en esta “biblioteca”, desde el humanismo erasmita hasta la quiromancia. 

A primera vista, no es fácil de establecer un nexo entre el elemento hebraico y una figura como la de Erasmo de Rotterdam, bastante proclive a los prejuicios antisemitas y muy alejado, en cualquier caso, del misticismo mesiánico que solía caracterizar la espiritualidad de los conversos de estirpe judaica. Sin embargo, el sincretismo erasmita, su espiritualidad esencial, su modo de entender la religión, nada formulario y ritual, debió ser el bálsamo que necesitaban aquellas criaturas afligidas, víctimas en muchas ocasiones de una íntima y sincera escisión de conciencia. 

Pero incluso los falsos conversos, los criptojudíos, pudieron encontrar también un apoyo espiritual en los alegatos erasmitas en pro de la tolerancia, el irenismo y la verdadera caridad. Precisamente, una de las obras de Erasmo aparecidas en Barcarrota (la Lengua) fue una de las de mayor difusión en España, sobre todo entre las minorías perseguidas, que debieron sentirse identificadas con la denuncia que en ellas se hacía de la maledicencia o “males de la lengua desenfrenada”. 

Si pasamos ahora a considerar el ingrediente esotérico de la biblioteca, tampoco es difícil encontrar vinculaciones con un sustrato cultural hebreo. Ciertamente, los dos tratados quirománticos de Mantuano, que figuran en ella pretenden ser de procedencia aristotélica, pero no podemos olvidar la vinculación de estas prácticas y creencia con la cábala judía. Es bien conocida, por otra parte, la propensión de los criptojudíos a precipitarse por todos los vericuetos del esoterismo, tendencia común en las situaciones individuales o colectivas de anomia e indefinición cultural que se explica por una intensa búsqueda de atajos que conduzcan a la verdad, al bien o a la virtud. Sin el firme apoyo de una fe heredada y un dogma definido, el conocimiento de la verdad y del bien habría de resultarle por fuerza mucho más problemático a los conversos y judaizantes que aquellos que vivían con la naturalidad según un sistema de creencias y normas heredadas de la tradición familiar, que al mismo tiempo eran las que regían de forma pública en aquella sociedad.

Los libros de Barcarrota

Singular y novelesca

El mundo de los conversos llenos de contradicciones, de inseguridades, propenso al secretismo, y a la soteriología, era una atmósfera propicia en la que prendía y prosperaba lo supersticioso y hechiceril. Hay también antropólogos que vinculan la idea de frustración con las prácticas esotéricas, y desde luego este estado psicológico debió de abundar en una minoría estigmatizada por su origen, que sin embargo se sabía capacitada culturalmente para ejercer muchos de los cargos de relevancia social que se les vedaba por motivos raciales injustificados. Notados de ignominias, inhábiles para los honores y oficios relevantes, llenos de zozobra, con cierta dificultad para discernir los límites entre lo profano y lo religioso, entre los extremos de la virtud y los inicios del pecado, algunos miembros de esta minoría étnico-religiosa sintieron también, con particular efusión, los vértigos del espíritu y de la carne que apuntan, aquí y allá en otros títulos, de esta singular y casi novelesca biblioteca.

- Los libros malditos de Barcarrota (Cuarto milenio) -




Escrito en colaboración con Fernando Serrano Mangas


TiS: http://www.teinteresasaber.com/2013/02/los-libros-malditos-prohibidos-de.html#ixzz2XtQD8LnE

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