sábado, 15 de marzo de 2014

lucifer - phosphoros - diablos - el mal

MITOLOGIA:



Numerosos han sido los dioses y seres que personifican al mal a lo largo de la historia. Comúnmente son llamados demonios por cuantiosas mitologías y creencias. 

La representación más conocida es la de Lucifer. El término proviene del latín lux (‘luz’) + fero (‘llevar’) ‘portador de luz’, dado que aunque suene contradictorio, no debemos olvidar que Lucifer no es mas que un ángel caído. En la mitología romana, Lucifer es el equivalente griego de Fósforo o Eósforo (Έωσφόρος) ‘el portador de la Aurora’ proviene de la antigua dama oscura Luciferina. Provenientes de la mitología judeo-cristiana, son muchos los nombres que se le atribuyen: Satanás, Belcebú, Belial. Y otros muchos son nombres de demonios que encarnan al mal: Mefistófeles o Mefisto, Astaroth (y sus ayudantes: Aamon, Pruslas y Barbatos), Azazel, Behemot, Leviatán, etc. Entre los griegos un demonio no tenía necesariamente porque ser malvado dado que eran espíritus de naturaleza divina y existían de dos tipos: los demonios buenos y los malignos, agatodemones (αγαθοδαίμονες) y cacodemones (κακοδαίμονες), respectivamente. Mientras que los agatodemones se asemejan a la noción judaica de ángel protector, los cacodemones, por su parte, no serían otros que los ángeles caídos a los que se refiere la tradición judeo-cristiana.

La expresión Demonios también es usada para indicar aspectos malignos o miedos del ser humano, generados a través de su conducta o instintos y que hacen daño al mismo individuo o a otras personas; refiriéndose a ellos como demonios interiores del ser humano, o su mente. Etimológicamente proviene del griego Δαίμων(ιον) (‘Daimon(ion)’) y en latín Dæmon(nium). Demonio también es un sinónimo de diablo de la raíz del verbo griego διαβάλλω (diabálló), que significa, entre otras cosas: "calumniar, falsear, mentir". De facto, endemoniado es el estado supernatural que se ha descrito generalmente como espíritu malévolo, demonios introducidos en el cuerpo de una persona a la cual le provoca encolerizar.


En la mitología griega, Equidna (en griego antiguo, Ἔχιδνα - Ekhidna: «víbora»; en latín, Echidna) era una monstruosa ninfa, considerada en unas fuentes literarias descendiente de Forcis y Ceto, y en otras de Tártaro y Gea.
Llamado a veces Drakaina Delphyne (Δρακαινα Δελφυνη, ‘vientre de dragona’), es descrita por Hesíodo en su Teogonía como un monstruo femenino, madre con Tifón de todos los monstruos importantes de los mitos griegos. Tenía el torso de una bella mujer de temibles ojos oscuros pero cuerpo de serpiente.1
Cuando atacaron el monte Olimpo ella y su compañero Tifón, Zeus los derrotó, pero les permitió seguir viviendo, así como a sus hijos, como desafío para los héroes futuros. Equidna moró desde entonces en una cueva del país de los Arimoi, un remoto lugar desértico situado en Asia Central, probablemente Siria.2 En una ocasión, Equidna asaltó a Héracles durante uno de sus viajes para robarles los bueyes de Gerión, y cuando éste fue a reclamarlos Equidna le dijo que no se los entregaría a menos que el héroe tuviese sexo con ella. Heracles lo hizo, y de esta unión nacieron Agatirso, Gelono y Escites.
Posteriormente el gigante Argos la mataría mientras dormía en una cueva de Sicilia.

 CAJA DE PANDORA


No es nuevo que muchas religiones han degradado la figura de la mujer intentando culparla de los males del hombre. Seguramente todos conoceremos a Eva y la manera en la que influyó en Adán para que probaran el fruto prohibido del jardín del Edén. Pues bien, los griegos también tenían su particular visión sobre la mujer, y como Eva, también lograría condenar al resto de la humanidad a vivir una vida llena de sufrimiento.

Todo comenzó cuando Prometeo decidió robar el fuego, previamente confiscado por Zeus, para devolvérselo a los hombres. Zeus estaba muy enfadado, pues Prometeo había demostrado un irreverente comportamiento. Primero al enseñar a los hombres a engañar a los dioses en los sacrificios, quedándose estos con la parte más suculenta de los animales para poder cocinarla. Segundo, cuando Zeus decidió castigar la osadía por parte de los hombres, vio con asombro y enfado como Prometeo lo puenteó robando nuevamente el fuego y entregándolo a los mortales. Una doble afrenta que no quedaría impune.

El dios más fuerte e importante de la mitología griega, Zeus, decidió crear la primera mujer, Pandora. No obstante, en vez de ser un regalo para el hombre, llegaría al mundo con el fin de castigar al ser humano.

Zeus mandaría a Hefesto crear un ser grácil y hermoso con barro. La imagen de una mujer arrebatadoramente bella, capaz de dejar sin palabras a cualquiera de los hombres que habitaban el planeta por aquel entonces. El resto de los dioses también contribuyeron en esta creación. Por ejemplo, Afrodita se encargaría de otorgarle gracia y sensualidad, mientras Atenea la dotó de un excelente dominio para las artes. Hermes introduciría la mentira en su interior, pero también la seducción, tan importante para desempeñar su papel en el mundo terrenal. Esta era Pandora, la portadora de los males del mundo.

Como en muchas ocasiones, es difícil seguir la estela de un mito, puesto que las fuentes pueden resultar ser muchas y diferentes. No obstante, parece ser que casi todas coinciden en la idea de que este ser, aparentemente celestial, sería entregado a Epimeteo, hermano de Prometeo.

El mismo Prometeo había advertido a su hermano del enfado de Zeus, así como de las intenciones de los dioses por obtener una venganza. Aun así, nada conseguiría abrir los ojos a su hermano, que nada más vislumbrar a Pandora quedó completamente enamorado de ella.

Algunos aseguran que Zeus entregó un ánfora en la que en realidad se encontraban todos los males del mundo; y es que antes de la llegada de la mujer, los hombres no contaban con enfermedades, ni dolor ni ningún sufrimiento.

La mujer, curiosa por naturaleza, no pudo evitar abrir esa caja tan misteriosa que su creador le había otorgado. Salieron a través de ella la vejez, la enfermedad, la locura, el vicio, las plagas, la tristeza, la pobreza, los crímenes y todo aquello que podamos imaginar. Pandora, asustada, cerró corriendo la caja. Ya era demasiado tarde, la humanidad estaba condenada.

No obstante, en el final de la caja había quedado algo. La esperanza, que quedó como consuelo para que los hombres pudieran aguantar el cruel destino que se les venía encima.

Muchos aseguran que sería el mismo Zeus quien mandaría dejar encerrada la esperanza, par que el sufrimiento de los hombres fuera aun mayor.


 Equidna, un monstruo de la mitología griega, considerada descendiente directa de Forcis y Ceto (o de Tártaro y Gea según otras fuentes). Esta no es un monstruo más del elenco de monstruos mitológicos. La Equidna, monstruosa ninfa, sería la madre de la mayoría de los monstruos más importantes de los mitos griegos.

Cuentan que tenía el torso de una mujer bella pero que sus ojos escondían un color oscuro temible, feroz aspecto que se completaba con el desconcertante cuerpo de serpiente.

Tifón fue su compañero y amante, y ambos, decidieron atacar el monte Olimpo. No obstante, Zeus logró derrotarlos. Éste permitiría que siguieran con vida, tanto ellos como sus hijos, pero tan sólo para crear un desafío a los héroes que llegarían con el tiempo.

A partir de ese momento, la ninfa monstruosa viviría en una cueva del país de los Arimoi. Un lugar en el que por cosas del destino Hércules tendría que pisar en uno de sus viajes.

Viendo Equidna al héroe robó sus corceles. Hércules, enfadado, reclamo lo que era suyo, pero la monstruosa ninfa aseguró que sólo le serían devueltos si se acostaba con ella.

En algunas fuentes se dice que accedería, naciendo de esa unión Agatirso, Gelono y Escites. Por el contrario, otras fuentes indican que el héroe se negaría encerrando a la monstruosa ninfa en una cueva. Así Edquina, tras unos días sin agua ni comida, decidiría devolverle los corceles sustraídos, momento en el que comenzaría a nacer un odio infinito a este héroe.

El final de esta relación estaba escrito. Cuando Equidna raptó y torturó a la madre de Hércules, este llegó hasta la cueva y lucho con ella hasta que finalmente le dio muerte.

Muchos dicen que Equidna tenía una cierta bipolaridad. Por un lado mostraba un lado bastante emocional para con sus hijos y Tifón, siendo la madre más cariñosa y la mujer más atenta, pero por otro tenía una actitud despiadada y cruel, hasta el extremo, con sus víctimas.

Los hijos que Equidna dejaría de su unión con Tifón serían Cerbero, Ortro, Quimera, Esfinge, Hidra de Lerna, Ladón, León de Nemea, el Águila de Prometeo, el Dragón de la Cólquida y la Cerda de Cromio.

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Equidna, la madre de los monstruos griegos

Equidna
Hoy queremos hablar de la Equidna, un monstruo de la mitología griega, considerada descendiente directa de Forcis y Ceto (o de Tártaro y Gea según otras fuentes). Esta no es un monstruo más del elenco de monstruos mitológicos. La Equidna, monstruosa ninfa, sería la madre de la mayoría de los monstruos más importantes de los mitos griegos.
Cuentan que tenía el torso de una mujer bella pero que sus ojos escondían un color oscuro temible, feroz aspecto que se completaba con el desconcertante cuerpo de serpiente.
Tifón fue su compañero y amante, y ambos, decidieron atacar el monte Olimpo. No obstante, Zeus logró derrotarlos. Éste permitiría que siguieran con vida, tanto ellos como sus hijos, pero tan sólo para crear un desafío a los héroes que llegarían con el tiempo.
A partir de ese momento, la ninfa monstruosa viviría en una cueva del país de los Arimoi. Un lugar en el que por cosas del destino Hércules tendría que pisar en uno de sus viajes.
Viendo Equidna al héroe robó sus corceles. Hércules, enfadado, reclamo lo que era suyo, pero la monstruosa ninfa aseguró que sólo le serían devueltos si se acostaba con ella.
En algunas fuentes se dice que accedería, naciendo de esa unión Agatirso, Gelono y Escites. Por el contrario, otras fuentes indican que el héroe se negaría encerrando a la monstruosa ninfa en una cueva. Así Edquina, tras unos días sin agua ni comida, decidiría devolverle los corceles sustraídos, momento en el que comenzaría a nacer un odio infinito a este héroe.
El final de esta relación estaba escrito. Cuando Equidna raptó y torturó a la madre de Hércules, este llegó hasta la cueva y lucho con ella hasta que finalmente le dio muerte.
Muchos dicen que Equidna tenía una cierta bipolaridad. Por un lado mostraba un lado bastante emocional para con sus hijos y Tifón, siendo la madre más cariñosa y la mujer más atenta, pero por otro tenía una actitud despiadada y cruel, hasta el extremo, con sus víctimas.
Los hijos que Equidna dejaría de su unión con Tifón serían Cerbero, Ortro, Quimera, Esfinge, Hidra de Lerna, Ladón, León de Nemea, el Águila de Prometeo, el Dragón de la Cólquida y la Cerda de Cromio.
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Foto vía: rogaz



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Sin duda alguna podemos encontrar representaciones mucho más interesantes que la de los tan conocidos demonios del cristianismo, y que están rebosantes de historias, argumentos y descripciones en el resto de mitologías. A continuación algunas de ellas:

Mitología Egipcia

En la mitología egipcia Seth, deidad brutal, señor del mal y las tinieblas, dios de la sequía y del desierto. Seth fue la divinidad patrona de las tormentas, la guerra y la violencia, también fue patrón de la producción de los oasis (dinastía XIX). Seth desempeñó el papel de hermano envidioso, representante del mal, al integrarse en el mito osiriaco e incrementarse la devoción y popularidad del dios Osiris.

Seth fue asociado con las tormentas de arena, como dios del desierto y protector de las caravanas que surcaban el país de los faraones. Debido a la extrema hostilidad del clima desértico, Seth era visto como extremadamente poderoso, por lo tanto como una deidad principal. Una de sus más comunes denominaciones era "grande en fuerza".

Pese a ser considerado la antítesis de Osiris, y por tanto la personificación del mal, muchas de sus acciones se deben más a su anormal fuerza y carácter que a su maldad. El asesinato de su hermano fue motivado por envidia, dado que en el reparto Seth recibe de Geb el terreno desértico, mientras que a Osiris le hace señor del Egipto fértil. Fue exiliado al desierto por su sobrino Horus, hijo de Osiris, en venganza por el asesinato de su padre.

Mientras que desde un principio se le acusa de ser el causante del robo del Sol y de traer la oscuridad, a partir del Imperio Nuevo, se le considera un ser protector, dios de la guerra y del ejército, aunque por breve tiempo. Asimismo es el encargado de proteger la barca de Ra, el dios egipcio que representa al Sol.

Se le representa como un ser animalesco cuadrúpedo con hocico curvado, orejas rectangulares y cola levantada, u hombre con cabeza animalesca. También aparece como un cerdo macho, un oryx, o una serpiente con cabeza de asno. Se ha tratado de interpretar la bestia que representó a Seth de muchas formas, como cerdo, lebrel, asno, perro, okapi, jirafa, etc., aunque no se ha podido determinar con exactitud.

Mitología Persa y Mazdeísta

En la mitología Persa y Mazdeísta las fuerzas del mal eran dirigidas por Ahrimán, soberano de las regiones infernales que tiene a su mando una hueste de demonios, los devas, con ayuda de los cuales mantiene una lucha permanente contra Ormuz, el dios del bien, creador del mundo. De Ahrimán provienen, según el Zendavesta, todos los animales dañinos.

Cuando Ormuz y Ahrimán se encuentran, no solo se inicia la contienda, sino que el bien y el mal suceden de manera incesante. La tierra se transforma en un campo de batalla en el que todo ser viviente se declina por Ormuz o Ahrimán. El objetivo del conflicto es, como es de esperar, el alma humana. Ormuz dio vida al ser humano y tiene la dominancia de reclamar la responsabilidad por sus actos, pese a estar bajo la influencia de demonios, debido a que lo creo con libre albedrío.

Mitología Escandinava y Teutónica

Loki, uno de los dioses nórdicos más enigmáticos. Era enano, aunque bello, y pertenecía al coro de los Aesir, equivalentes a los olímpicos griegos, aunque era hijo de un gigante, Farbauti. A menudo aparece como la incorporación de la maldad, teñida frecuentemente de perversidad demoníaca. Es evidente, aunque las razones constituyen un verdadero misterio, que él, más que cualquier otro elemento del panteón nórdico, provoca el “juicio” de los dioses –el Ragnarok–. En su tetralogía de los Nibelungos Wagner pinta a Loki como la personificación demoníaca del fuego. De Angerboda, mensajera de la desgracia, engendra tres horribles monstruos: el lobo Fenrir, la serpiente Jormungand y la diosa de la muerte, Hel o Hela, que se alimenta de la médula y sesos humanos y ha dado lugar a la palabra inglesa hell que significa infierno. Al provocar la muerte de Balder atrae sobre sí las iras de los Aesir y trata de eludir el castigo transformándose en salmón. Pero, atrapado en una red, es atado a una roca mientras una serpiente, suspendida sobre su cabeza, va vertiendo gota a gota su veneno. Su esposa Signe recoge en un cuenco estas gotas según van cayendo, pero se ve obligada a vaciarlo cada cierto tiempo y entonces deja caer algunas gotas sobre la cara de Loki, que rugiendo de dolor, tiembla hasta conmover la Tierra. Tal es la explicación de los terremotos.

Se han sugerido, todas con cierta plausibilidad, numerosas analogías: el védico Vritra; el griego Prometeo; el romano Vulcano, aunque no necesariamente su equivalente griego Hefestos; Lucifer (es decir, Mefistófeles, el diablo); y otros. En su doble condición de amigo y enemigo de los Aesir (y, por tanto, de la humanidad), Loki presenta analogías funcionales con Isthar y otros dioses similares. La identificación con Lucifer se basa casi exclusivamente en la semejanza etimológica. Hel ha sido identificada con la hindú Kali.

Mitología Griega y Romana

Carente de un único dios dedicado enteramente al mal, consta de los que podemos considerar dos deidades oscuras relacionadas con la maldad. Tifón y Érebo, dos deidades con ciertas semejanzas destructivas.

Tifón

Tifón, Tifaón o Tifeo (en griego antiguo Τυφών Typhôn, Τυφάων Typhaôn, Τυφωεύς Typhôeus o Τυφώς Typhôs, de τῦφος tuphos, ‘humo’; en latín Typhon), primitiva divinidad-monstruo gigantesco que se concebía a veces como un huracán destructor y a veces como un gigante alado con un centenar de serpientes repartidas por sus muslos que lanzaba llamas por la boca y respiraba fuego. Homero, al describirlo enterrado por Zeus en las entrañas de la Tierra, lo presenta como la personificación de los terremotos y de las erupciones volcánicas. Sin embargo, Hesíodo establece una diferencia entre Tifón (o Tifaón) y Tifeo. Éste era un monstruo de cien cabezas que luchó con Zeus y quedó fulminado por un rayo. Entonces el dios lo encerró bajo el monte Etna (Esquilo, Prometeo encadenado 370; Píndaro, Píticas, I. 19-20) donde «su lecho raspa y aguijonea todo el largo de su espalda extendida contra él», o en otras regiones volcánicas, donde es el causante de las erupciones. El inveterado enemigo de los dioses olímpicos era el padre de los vientos tormentosos y fue el último hijo de Gea, esta vez con Tártaro, el cavernoso vació inferior:

“Pero cuando Zeus expulsó del Cielo a los Titanes, la inmensa tierra engendró a su hijo más joven, Tifón, en unión amorosa con Tártaro, por obra de la dorada Afrodita. Sus manos realizaban obras de fuerza e incansables eran los pies del valeroso dios. De sus hombros nacían cien cabezas de serpiente, dragón terrible, aguijoneando con sus oscuras lenguas. De los ojos existentes en sus inefables cabezas, bajo las cejas, resplandecía el fuego. De todas sus cabezas brotaba el fuego cuando miraban. En todas ellas había voces que lanzaban un variado rumor indecible: unas veces, en efecto, emitían articulaciones, como para entenderse con los dioses; otras, sonidos como potentes mugidos de un toro fuerte y arrogante; otras, de un león de despiadado ánimo; otras, semejantes a perritos, admirables de oír, y otras, silbaba y las enormes montañas le hacían eco.”

Hesíodo. Teogonía, 820-836

Tifón es pues la figuración ctónica de las fuerzas volcánicas, como Hefesto (Vulcano en la mitología romana) es la manifestación olímpica.

Entre su descendencia con Equidna están Cerbero, Ortro, la Quimera, Fix o la Esfinge, la Hidra de Lerna, el dragón Ladón (de cien cabezas cada cual hablaba un idioma), el León de Nemea, Ethon o Kaukasios (el buitre o águila que devoraba el hígado de Prometeo), el dragón de la Cólquide (un dragón insomne), Escila (según algunas fuentes, otras dicen que era hija de Hécate y Forcis) y la Cerda de Cromio. También es el padre de los cálidos y peligrosos vientos (del griego typhein, ‘fumar’), por lo que es considerado como una posible etimología para la palabra «tifón», supuestamente tomada por los persas como طوفان Tufân y por los árabes para incluir las tormentas ciclónicas del Océano Índico.

Escritores helenísticos posteriores identificaron a Tifón con el dios egipcio Seth, y los investigadores religiosos lo identifican con el arcángel Sandalfón.

Érebo

Érebo (en griego antiguo Ἔρεϐος Érebos, ‘oscuridad’, ‘negrura’ o ‘sombra’, en latín Erebus), hijo del Caos y padre de Éter (la “luz”) y Hemera (el día) por su unión con su hermana Nyx (la noche). Su nombre sirvió para designar el sombrío mundo subterráneo que habían de recorrer las almas de los muertos en su camino hacia Hades. Era un dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. También se le llamaba Skotos (Σκοτος). Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos.

Autores latinos atribuyeron gran cantidad de descendientes a Érebo y Nyx. Moros, Caronte, Eros, Eleos, Ptono, Geras y las Keres se contaban entre ellos.

Nyx arrastraba las oscuras nieblas de Érebo por los cielos llevando la noche al mundo, mientras Hemera las esparcía trayendo el día. Nyx bloqueaba la luz del Éter (el aire superior brillante y luminoso) y Hemera despejaba la oscuridad permitiendo que el Éter volviese a iluminar la tierra. (Adviértase que en las antiguas cosmogonías se consideraba que la fuente del día era el Éter o atmósfera brillante y no el sol.)

De acuerdo a algunas leyendas posteriores, Érebo era parte del Hades, el inframundo, e incluso a veces se usaba como sinónimo. Él era el lugar por donde los muertos tenían que pasar inmediatamente después de fallecer. Después Caronte los porteaba cruzando el río Aqueronte, y entraban al Tártaro, el verdadero inframundo.

Por sí misma Nyx, la Noche, engendró a Momo (‘sarcasmo’), Ponos (‘pena’), Moros (‘destino’), Tánatos (‘muerte’), Hipnos (‘sueño’), las Hespérides, las Keres y las Moiras, los Oniros, Némesis (‘venganza’), Apate (‘engaño’), Filotes (‘ternura’), Geras (‘vejez’), Eris (‘discordia’) y Oizís (‘angustia’).

Por otra parte, Eris a su vez alumbró a: Fatiga, Horco, Asesinatos, Olvido, Masacres, Falsedades, Hambre, Dolores, Ambigüedades, Lucha, Batallas, Mala Ley, Riñas, Discursos y Ofuscación.

En definitiva, la descendencia de Érebo y Nyx, era el obscuro linaje del mal.

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Durante cientos de años, el diablo cristiano no aparecía en el arte religioso.

Cuando eventualmente hizo su aparición, era azul y no tenía ningún cuerno ni pezuñas.

La familiar imagen que tenemos de él surgió a través de generaciones de artistas y escritores que tomaron lo poco que dice la Biblia sobre Satanás y lo fueron reinventando a lo largo del tiempo.




¿Qué imagen nos da la Biblia?

Satanás es el máximo adversario de Dios

En la Biblia judía, el diablo es otro agente de Dios haciendo su labor. Ese personaje fue luego desarrollado por los cristianos hasta tornarlo en la representación de la maldad suprema.
Satanás tomó la forma de una serpiente y tentó a Eva en el Jardín de Edén

No hay ninguna mención del diablo o Satanás en el libro de Génesis. Fue sólo más tarde que los cristianos interpretaron que la serpiente era una encarnación de Satanás.
Satanás fue expulsado del cielo, tras desafiar la autoridad de Dios

En la Biblia, un personaje misterioso es expulsado del cielo por rebelarse contra Dios. La caracterización de Satanás como un ángel caído se deriva de esa tradición.
Satanás gobierna el infierno, y le inflige tortura y castigo a los pecadores

En el libro de las Revelaciones, se profetiza que Satanás será enviado al infierno. Sin embargo, no tiene un estatus especial y sufre las mismas torturas que los demás pecadores.



Las caras del diablo

En los primeros siglos del Cristianismo, no había mucha necesidad de representar la maldad en el arte religioso.

Los cristianos creían que los dioses paganos rivales, como el egipcio Bes o el griego Pan, eran demonios responsables por las guerras, las enfermedades y los desastres naturales.

Cientos de años más tarde, cuando el diablo llegó al arte occidental, algunas representaciones incorporaron los atributos físicos de esos dioses, como el vello facial de Bes y las patas de cabra de Pan.



Circa 1260 ~ El diablo medieval

En la Edad Media surgió un retrato de Satanás más reconocible.

Fue una época de inmenso sufrimiento, que se empeoró con el brote de peste bubónica, la pandemia más devastadora de la historia humana, que mató a millones en toda Europa.

Como la Iglesia no podía proteger a los creyentes de la enfermedad, las representaciones de Satanás se centraron en los horrores del infierno, reflejando el estado de ánimo del momento y recordándoles a los fieles que se abstuvieran de pecar.




Circa 1535 ~ Propaganda endiablada

Hay una larga tradición de asociar al diablo con los enemigos del Cristianismo dentro y fuera de la Iglesia.

Cuando la Iglesia se dividió durante la Reforma, tanto los católicos como los protestantes se acusaron mutuamente de estar bajo la influencia del diablo.

La propaganda utilizó imaginería juguetona y grotesca para mostrar la corrupción.




Circa 1500-1600 ~ Hechizos y seducción

A principios del período moderno, se acusaba a personas de hacer pactos con el diablo y practicar brujería.

Satanás a menudo era representado como un seductor y se consideraba que las mujeres eran particularmente vulnerables a sus encantos.

Las imágenes mostraban mujeres en confabulaciones sexuales con el diablo, aprovechando la tradición de condenar a las mujeres a ser el sexo débil, más dadas a caer en el pecado por ser incapaces de dominar sus deseos carnales.
Si Satanás lograba corromper los cuerpos de las mujeres, era una amenaza para la seguridad, santidad y hasta la fertilidad de la comunidad.



Circa 1600-1800 ~ Un diablo iluminado

Los escritores y pensadores del movimiento de la Ilustración, durante el Siglo de las luces, reinterpretaron la historia del diablo para que se ajustara a las preocupaciones políticas de su época.

John Milton describió un Lucifer psicológicamente complejo en su poema “Paraíso perdido”, que cuenta la historia de la caída en desgracia de Satanás.

Mientras que los textos religiosos anteriores habían examinado la motivación de Satanás para condenarlo, el Lucifer de Milton es un personaje atractivo y solidario queencarna los sentimientos de rebeldía del republicanismo del siglo XVII.

Para algunos artistas románticos y de la Ilustración, Satanás era un rebelde noble que libraba una batalla contra la tiránica autoridad de Dios.



Circa 1900-2000 ~ Animal político

Cuando la ciencia pudo explicar la muerte, la enfermedad y los desastres naturales, el diablo fue el más amenazado.
¿Había lugar para Satanás en un mundo laico?
Fue entonces cuando un diablo urbano y sofisticado entró a la escena.

Siguiendo una larga tradición de identificarlo con enemigos políticos y religiosos, el diablo se usó para ilustrar a la oposición política en caricaturas y sátiras.

Además, Satanás encontró su lugar en el mundo comercial, al convertirse en sinónimo de indulgencia pecaminosa, por lo que aparece en propagandas para vender desde chocolates y champaña hasta autos de lujo.



La frase “yo he salido para resistirte” es la traducción al castellano de una frase hebrea que dice literalmente, “yo he salido como adversario (satán) tuyo.” Nuevamente, el adversario en referencia es el ángel de Dios. En estos dos casos, el satán o adversario a que se refiere es el mismo ángel de Dios, por lo que se puede ver claramente que la palabra satán no se refiere necesariamente a un ser maligno o malvado. El ángel de Dios fue un satán para Balaam simplemente porque se opuso a que fuera con los embajadores de Balac.




Zacarías 3:1 El verbo acusarle es una forma de la palabra hebrea satán

Muhammed suresi 19 ayet:
فَاعْلَمْ أَنَّهُ لَا إِلَهَ إِلَّا اللَّهُ
İşte gerçekten şunu bil ki, Allah’dan başka ilâh yoktur!
Ali imran 191
الَّذِينَ يَذْكُرُونَ اللّهَ قِيَامًا وَقُعُودًا وَعَلَىَ جُنُوبِهِمْ وَيَتَفَكَّرُونَ فِي خَلْقِ السَّمَاوَاتِ وَالأَرْضِ رَبَّنَا مَا خَلَقْتَ هَذا بَاطِلاً سُبْحَانَكَ فَقِنَا عَذَابَ النَّارِ
Onlar ki, ayakta dururken, otururken ve yanları üzerine (yatar) iken Allah’ı zikrederler ve gökler ile yerin yaratılışı hakkında (derin derin) düşünürler. (Ve şöyle duâ ederler:) ‘Rabbimiz! (Sen) bunları boş yere yaratmadın; sen (bundan) münezzehsin, artık bizi ateşin azâbından muhâfaza eyle!’

https://www.youtube.com/watch?v=81XeY4nXA7U







La frase “yo he salido para resistirte” es la traducción al castellano de una frase hebrea que dice literalmente, “yo he salido como adversario (satán) tuyo.” Nuevamente, el adversario en referencia es el ángel de Dios. En estos dos casos, el satán o adversario a que se refiere es el mismo ángel de Dios, por lo que se puede ver claramente que la palabra satán no se refiere necesariamente a un ser maligno o malvado. El ángel de Dios fue un satán para Balaam simplemente porque se opuso a que fuera con los embajadores de Balac.

Números 22:32



https://www.youtube.com/watch?v=dhNsjD4S0Ds

Allah diyene bereket gelir, şan gelir, şeref gelir, kuvvet gelir, izzet gelir, huzur gelir, mutluluk gelir, sukunet gelir, haydi din kardeşlerim durmayın Ya Allah, Ya Allah, Ya Allah zikrine ve zikrullaha devam edelim murat alalım şan alalım şan İnşaAllah.









https://www.youtube.com/watch?v=fS_2MIWTiKA

muhammad Abdullah







Lo que importa segun el jasidut, es refinarse como judio, ya que las malas costumbres son de uno, y el judio nace para mejorarse como judio, y eso incluye pulir el caracter, ya que las MALAS CUALIDADES DE CARACTER SON ENFERMEDADES DEL ALMA, y no se lo culpa tanto al Ietzer de eso, sinó a UNO MISMO…

el Yetzer hará, es un adversario que permite un espacio donde podamos ejercer nuestra Bejira, es decir nuestro libre albedrío.

No culpamos nunca al Yetzer hara por las malas acciones, pues el objetivo de este es tentarnos y nuestro deber es SUPERARLO.






Nuestra misión es triunfar sobre LAS tentaciones y hacer lo correcto.

La Torá (Génesis 4:7) enseña que realizar esta misión está dentro de nuestra capacidad.

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